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El miedo, nuestro viejo cuidador

Monica Petrochelli

Monica Petrochelli

Monica Petrochelli

Monica Petrochelli

Psicóloga Social | Coach Ontológico

Me gusta hablar(me) de los  miedos, porque (me) los paso en limpio, los reconozco un poco más cada vez, y así, en el tiempo, me fui amigando con ellos dándoles su justo lugar, y perderle  miedo al miedo!

En este tiempo, ante tanta incertidumbre, cambios inesperados de rumbo en nuestras vidas, información confusa y tantos duelos,  creo que ha sido  es el  “rey de las emociones”, junto a su prima hermana, “ La Ansiedad”.

Y cómo no tenerlo? Y porqué no? Mucho de lo que conocíamos de una manera, cambió y sigue cambiando. Y por más abiertos que hayamos estado al cambio, el viraje no dio tiempo de acomodarse. Y acá estamos, con más o menos miedos, andando el “día a día”, cada uno buscando sus propios modos de sostenerse en todos los aspectos.

El miedo como emoción, aparece en nuestro sentir para advertirnos que  algo malo  podría pasar, así que, en principio, tiene una función sumamente cuidadora. (se imaginan  si no tuviéramos miedo? Claramente no podríamos prever situaciones que son claramente de riesgo.)

Así que, podemos ya darle una chance… tiene buenas intenciones, y es cuidarnos y prevenirnos.  (Me sirve preguntarme: “para qué cosa buena tengo miedo o ansiedad?”

La cosa se pone más difícil  cuando lo alimentamos de más o por el contrario, cuando “nos aguantamos “para no mirarlo, cuando le tenemos miedo.

Y es que en algunos momentos y ámbitos, mostrarnos miedosos, admitir algún miedo,  tuvo “mala prensa”. Era como reconocer  estar fallados!!  (Debo haber venido fallada, porque he tenido muchos! Y negarlos, no me fue muy útil que digamos…)

El miedo es una de las emociones más primarias! Ancestralmente fue la que nos permitió como especie cuidarnos, correr, escondernos, y tomar decisiones que preservaran la vida. Sin dudas, una emoción cuidadora.

Hoy, lo podemos entender como una perturbación angustiosa del ánimo por entender que hay un riesgo posible, real o imaginario. Como todas las emociones, no es bueno ni malo en sí mismo, es momentáneo,  nos invita a “hacer algo”, y cuando no le damos espacio, de alguna manera, se hace escuchar!

Su aparición suele remitirse a hechos del pasado o fantasías sobre lo que podría pasar en el futuro (ansiedad), y siempre, siempre, surge a partir de la interpretación que hacemos de un hecho, como decía, real o posible.

  Las reacciones básicas ante el miedo,  son de lucha o de huida de la situación, y cuando por algún motivo no lo reconocemos o  no “hacemos” algo con él, puede transformarse en pánico, o en ansiedad.  (tip importante:  desde la respiración, puede gestionarse mejor, y dimensionar que siempre somos más grandes que nuestros miedos.)

Hace algún tiempo, había ofrecido compartirles algo más sobre esta emoción, desde diferentes disciplinas. Así es que, acá sigo, para quienes tengan ganas de saber un poquito más.

Este tiempo, a través del estudio del Eneagrama, conocí una categorización de los miedos que me resulta muy interesante para llevar a lo cotidiano. Son cuatro:  Los Miedos circunstanciales, que,  como su nombre lo indican hacen alusión a momentos de nuestra vida particulares, en donde se nos activan algunos miedos. Son puntuales, transitorios.  Los Miedos que  están más vinculados al Septenio de la Vida que estemos transitando – esta es una mirada maravillosa que aporta la antroposofía, Los Miedos relacionados con la herida primaria de nacimiento– concepción hermosamente abordada desde el eneagrama, y Los Miedos Constitutivos, más vinculados a nuestra personalidad, a nuestro modo de vivir las situaciones.

Algunos de los miedos identificados desde el eneagrama,  y que en lo personal agradezco tener un poco más en consciencia para “tomar las riendas”  son: el miedo  a  la soledad, al abandono, a ser rechazados- o no queridos-, a enfrentar la realidad, a comprometerse, a poner límites, a parar de hacer, a mirarse y atender las propias necesidades, miedo a sufrir ( o abrir el corazón), miedo a desbordarse, a perder el control.

Y a la vez, cada uno de estos miedos, utilizan diferentes disfraces para mostrarse, como el orgullo, la racionalización, la negación, la arrogancia, la pereza, el aislamiento, la hiperacción, la dependencia, el control, todos estos,  mecanismos que en algún momento nos fueron útiles y que tal vez, ya podamos elegir con mayor consciencia cuando usarlos.

Los miedos circunstanciales que se citan como posibles de acuerdo al conocimiento del eneagrama son 9 , y Todos ellos, se vinculan y afectan entre sí. Por ejemplo, puedo sentir miedo a poner orden a algún aspecto de mi vida, porque me implicaría tomar decisiones, accionar, tal vez enfrentarme a algún conflicto o alguna situación que podría resultar dolorosa. Sólo lo comparto como un ejemplo de cómo los miedos se entrelazan.

Uno de ellos, es el   miedo a “poner orden y prioridades”  en nuestra su vida, a perder  libertad por quedarnos atados a estructuras o relaciones que nos asfixian. Estás teniendo que poner orden a alguna dimensión de tu vida? Estás observando que en tu vida está haciendo falta ordenar algo? Estás sintiendo falta de libertad en algo que está desorganizado?

Otro miedo, tan frecuente cuando pasamos por etapas de duelos de algún tipo, es el miedo a abrirnos afectivamente, a  “ abrir el corazón”.

Sabemos que después de algún duelo o cierre de ciclo, hay una etapa que es de decanso, reparación para recién después estar abiertos nuevamente a la posibilidad de amar, ojalá con consciencia de que “ a mayor amor, mayor posibilidad de dolor si el objeto amado se pierde”. Las reglas del amor… J, su contracara.

El miedo a fracasar,  miedo a que algo pueda no salir bien, miedo a ser descalificado puede ser la raíz de estar paralizado. Vale preguntarse,  A que le estoy teniendo miedo? Estoy dilatando hacer algo? Que hay detrás de ese dejar pasar el tiempo?

Uno de los miedos frecuentes, aunque parezca una obviedad, es el  miedo a mirarnos, a conocernos en profundidad, a saber quiénes somos realmente, en esencia, Esto afecta nuestra capacidad para atendernos amorosamente, ya que si no nos conocemos, nuestra atención es desde un lugar superficial, efímero, que podría no estar tocando lo que nuestra esencia necesita.

Algunas preguntas podrían ser, que es eso de mí que me cuesta aceptar? Qué pasaría si lo hiciera? Hay algo de mí que necesite perdonar?

Otras veces, aparece el miedo a sufrir por algo de la realidad que aún no puedo aceptar. Qué podría ser eso que me  cuesta aceptar o ver de la realidad? Qué pasaría si dejo de evadirme de mí, y pongo “mis propias cartas arriba de la mesa” y miro esa situación un poco más objetivamente?

Otro de los miedos que se desarrolla en el estudio del eneagrama, es el miedo a comprometerme con algo. Miedo a responsabilizarme, tal vez vinculado a situaciones que me han quitado libertad, vínculos que tal vez me han agobiado, y esté necesitando reposicionarme en relación a eso.

LUZ ROJA! Atención! Cuando las personas no estamos  disfrutando de la vida, esto en eneagrama está representado en la capacidad número 7, cuando  no podemos mirar para adelante, cuando no podemos soltar el control, disfrutar, confiar, es para mí una alerta roja.

Tal vez, sea necesario revisar en qué otros aspectos pueda estar muy rígida, exigente y exigiendo, controlando, para que lo que sea que haga, no lo disfrute.

El miedo a perder el control, a disfrutar, a confiar, tal vez me esté cuidando de algo. Y bien vale el trabajo de revisar “al servicio de qué” está trabajando ese miedo, y si es necesario que lo siga haciendo, ya que la capacidad de disfrute nos es imprescindible para entre otras cosas, generar los químicos necesarios para que nuestro sistema inmunológico esté sano y protegido.

Tomar decisiones por las consecuencias que me pueda eso  traer, es otro de los miedos. Como así también, el miedo a poner algunos límites que ya no queremos dejar pasar. Es muy interesante poder ver “de qué me cuida este miedo”, y si ese cuidado es necesario hoy. Desanudar este miedo es imprescindible ya que cuando no tomamos decisiones, no sólo las toman otros, sino que quedamos vulnerable a donde  lo externo a mí me lleve, y esto, sin dudas, nos quita poder personal.

Aunque parezca poco lógico, muchas veces tenemos “ miedo a parar, miedo a frenar, miedo a dejar de hacer”, porque si paro,  quién se va a ocupar de lo que yo me ocupo? Quien se va a hacer cargo? También puede ser temor a conectarme con algo que me hace mal, por eso, no paro.

Me apasiona entender/me desde los miedos, porque entiendo que detrás de cada uno de ellos, hay muchísima potencia.

SI, ya sé. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero  por lo menos a mí, ponerle palabas a esta emoción, profundizar y entender cómo funciona,  me facilita gestionarlo mejor. Respirar en consciencia, también, como así preguntarme: Para qué “bueno” podría sentir este miedo? De qué pretende cuidarme?

Algunas preguntas que me ayudan cuando siento miedo o ansiedad son: qué es eso que me preocupa? Cuál es el peor escenario? Y si eso pasara, que sí podría hacer? Hay algo que pueda prevenir? Con qué recursos cuento si eso que me atemoriza, realmente sucediera?

Y seguiré con gusto compartiendo sobre los miedos. En la próxima, ahondaré en Los Miedos en las Etapas de la Vida. Les parece?

Un abrazo inmenso, Moni

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